EL BARRANQUISMO Y LA POLÍTICA.

He pasado unos días en el Pirineo Aragonés con unos amigos practicando lo que ahora se llama “ deportes de riesgo”. El tercer día de mi estancia en tan idílico lugar nos llevo hacer barranquismo, y ahí es donde me doy cuenta cuanto tenía que ver este deporte de riesgo con la política.

Nos levantamos temprano, a eso de las 7 de la mañana, para coger los mejores lugares, ( en la política siempre hay que llegar pronto a los sitios sino te quedas fuera), llegamos a un sitio donde alquilaban trajes de neopreno, que son esenciales, pues las aguas están a temperaturas que el cuerpo no resistiría (quien que se dedica a la política se enfrenta las gélidas aguas del día a día sin traje de neopreno o de otra cosa). Contratamos a un guía o monitor que era el encargado de mostrarnos el lugar y de prevenirnos de los peligros además de indicarnos la ruta a seguir (en política todo el mundo tiene un guía espiritual que le enseña el camino y le avisa de los peligros que tiene, aunque a veces el guía es quien busca los peligros, digamos que para hacer mas emocionante el camino).
Comenzamos a descender los barrancos bellos del río Gállego, admirando sus paisajes cuando de repente un amigo se dio un castañazo en la cabeza, por mirar para arriba y no estar pendiente de los peligros del alrededor, tuvo que abandonar (en política a veces lo bello del paisaje te hace apartar tu mente del camino y cuando menos te lo esperas te viene el castañazo y entonces no queda más que abandonar). Mientras los que seguían activos descendían salto a salto y escalando lo que podían, luchando con unas aguas congeladas, yo pensaba si merecía la pena pasar el frío y los golpes que nos estábamos dando, cuando el monitor dijo “muy bien chicos habéis completado la mitad del recorrido, sois unos valientes” (en política hay veces que los golpes son duros y los saltos difíciles, pero merece la pena cuando el ciudadano te dice que tu esfuerzo ha servido para algo. Llegando la hora de comer acabamos el bello y duro recorrido, bastante magullados por los golpes y algo tensos entre nosotros por la competitividad clásica de todas las actividades deportivas, pero todos con una cara de satisfacción tremenda( en la política no hay final del recorrido, solo se para cuando uno quiere, los que han visto un alto en el camino y se han parado que tienen esa sensación.

Amigos y amigas después de hacer esta comparación me doy cuenta que se podría haber comparado el barranquismo con la vida propia, es decir, que para admirar los bellos paisajes del río Gállego, aquellos que solo se pueden ver de esta manera, hay que luchar y trabajar duro (como en la vida misma).

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