UN PP ATÍPICO

Desde Aznar para acá, el PP se ha caracterizado por hacer una oposición altisonante, acre, desmedida. Todo empezó con aquel “Basse seor González” y termina, por ahora, en el leguaje apocalíptico de Rajoy o en la lengua viperina de Esperanza Aguirre, pasando por la chulería de Acebes. Tan es así que un discurso templado, medido, como el de Ruiz Galardón, levanta suspicacias entre los suyos.
El PP extremeño, respecto del tono de su partido, resulta atípico, ora pusilánime (Barrero, Floriano) ora desagradable (Tamayo, Solís) ora colaboracionista (Saponi, Mariano Gallego). O sea, un discurso desigual, incoherente, bajo un halo de resignación ante la derrota.
Tenemos novedades. Ahí está Monago, recién estrenado, y su nuevo séquito, fruto de una alianza de los poderes fácticos del PP extremeño. Es precisamente la elección de Monago uno de elementos a considerar por cuanto tiene de lastre. Demasiados cadáveres en el camino (Casado, Mateos, Baselga, Acedo) y demasiados débitos (Floriano, Celdrán, Lau León), por no extenderme en el nutrido grupo de individualidades heterodoxas. Así las cosas, el PP extremeño proyecta una sensación de calma provisional, de recomposición aplazada. Y ello como prioridad encubierta. Su mira, pues, no está en ganar las elecciones, está en recomponer y consolidar posiciones. No obstante lo anterior, algo, poco, se mueve en el PP extremeño. En sus últimas alocuciones a la militancia, Monago insiste en una idea central: los candidatos a las alcaldías deben tener un prestigio social acreditado, sin que la militancia sea el factor decisivo. Independientes afines, militantes tardíos. La idea, así expuesta, parece interesante. Lástima que detrás se esconda el deseo inconfesado de Monago de ejercer un mayor control institucional, de liberarse de la servidumbre de los apoyos que le encumbraron. Pero en su patio hay muchos gallos con espolones. Ahí está Celdrán Matute, su mentor; o Lau León, el señorito del cortijo cacereño; o la sombra de Floriano, prohijado por Pío García Escudero. Por el momento, Monago tendrá que aceptar el futuro que le pete a Celdrán Matute o a Lau León. Y se tendrá que andar con tiento en Mérida, Plasencia o Navalmoral de la Mata, si no quiere una guerra civil local. Eso por no tratar del papelón (¿Cristina Teniente?) que tiene en Cáceres. Poco margen de maniobra, muchacho, poco margen. Aunque nuestro Monago va por ahí haciendo sus cosillas: tiene Blog, Web y grupo en Facebook; sale al quite, con foto y todo, en defensa de los salpicados por la corrupción en el caso Correa; está subiendo el tono, respecto de sus predecesores y por ahí. Insuficiente. A mayor desgracia: Ibarra tenía el discurso bravo y astuto de Viriato, Fernández Vara tiene el discurso conciliador y entrañable de nuestro hermano mayor y Monago tiene un discurso insustancial, ni carne ni pescao.
En las Elecciones Generales del 2000 el PP obtuvo más votos que el PSOE en Extremadura; o sea, que base electoral sí que tienen, otra cosa es que sean unos incompetentes, que lo son. El resultado de las Elecciones Europeas en Extremadura, con la que está cayendo, será un buen test. Aunque, en ese contexto, Monago es pura anécdota.