EL EURODIPUTADO

NOTA.- Escribí este post el domingo por la noche. Cada vez parece más claro que Ibarra no concurrirá a estas elecciones como eurodiputado, que será Alejandro Cercas quien ocupará el séptimo puesto en la lista. No obstante, le he pedido a Feluky que lo edite, tal cual estaba redactado, por una razón obvia: tenéis derecho a conocer los precedentes y a deducir lo que ha ocurrido entre Ferraz y Mérida, entre unos y otros. Las espadas de la Financiación Autonómica siguen en alto.

Para los que están en la pomada ya es un secreto a voces: a Ibarra le han ofrecido ir, en un puesto destacado, como eurodiputado en las próximas elecciones. Las mismas fuentes, solventes y normalmente bien informadas, aseguran que Ibarra no le hace ascos a la idea, que se está dejando querer, que está poniendo condiciones, que quiere asegurarse el número 2 de la lista. Los Ibarristas están que no caben de regocijo porque llaman a su estrella en momentos de máxima dificultad, para que ayude a salvar los muebles cuando se presagia un varapalo electoral. Eso, eso, que vuelva la reciedumbre de Ibarra, que vuelva el discurso primitivo del PSOE, que alguien (Ibarra) le plante cara a un PP enchulado por las encuestas, por el aislamiento parlamentario del PSOE, por el desgaste de la crisis y por el discurso endeble de l@s ministr@s. Vamos, que los de la política 2.0 están reclamando que vuelvan los tebeos de “El Capitán Trueno”, como complemento directo.
Pepe Blanco tiene sus competencias, su mano, pero no todo se puede mangonear. Resulta que, en su prepotencia, no ha contado previamente con Guillermo, como si éste viniese obligado a acatar lo que se le diga. Pero resulta que Guillermo está por plantarse, no por Ibarra, sino por las maneras, que hoy te meten un clavo en una lista y mañana te meten una estocada en la financiación autonómica.
No esta escrito, pero es costumbre que cada Comunidad Autónoma tenga un eurodiputado en puestos de salida, reservándose los órganos federales la elección directa del resto, ora por su experiencia ora por su prestigio bien ganado. Esto nos coloca en una encrucijada: si Ibarra ocupa el puesto autonómico, Guillermo se la traga doblada, aunque de rebote pueda salir beneficiado Alejandro Cercas, nuestro magnífico eurodiputado; si Extremadura elige con autonomía, Ibarra debería entrar (merecidamente) en el cupo federal, lo que supondría que Pepiño tendría que apechugar con las consecuencias de su propia decisión. Llegados a este punto, Guillermo, los órganos regionales del partido, ¿propondrían que fuera Alejandro Cercas para salvar la cara y causar un mínimo de daños colaterales?

Guillermo está pletórico porque en Extremadura se van a ganar las europeas de forma clara. Los problemas los tenemos en las Comunidades que tienen medio apañada su financiación autonómica, como Cataluña, donde se augura un batacazo. O en Andalucía, donde se confirma el declive que se puso de manifiesto en las últimas generales. Y es esa confianza de Guillermo, que ratificarán las urnas, la que le impulsará a proponer un candidato nuevo, nuevo en Estrasburgo, pero experimentado y competente, como nuestro hombre transfronterizo, que es internacional, políglota, motero y muy leído. Le conozco y le reconozco, pero tengo el corazón partío, porque otro tanto conozco y reconozco a Alejandro Cercas.
Zapatero necesita a Ibarra en estos momentos, pero le teme. Ibarra es fundamental para revigorizar el compromiso de la militancia socialista, para resucitar un “socialismo sentimental” adormecido o desconcertado, para devolverle al PP directos a su mentón de cristal. Pero Ibarra puede perturbar la campaña de las europeas si la “ibarriza”. Ahí estarán atentos los medios de comunicación afines al PP, esperando que un exceso verbal de Ibarra eclipse todo un programa electoral. Ibarra, si llega el caso, puede ser de gran utilidad conteniendo la hemorragia de votos en Andalucía, en el cinturón periférico de Madrid o en Asturias, pero no debe aparecer por Cataluña o Euskadi, que ya se encargarán otros. No sólo la batalla electoral se va a librar en los territorios, porque la circunscripción es nacional, también se va a librar en el centro, esa categoría electoral etérea, inconcreta, cambiante, que decide quién tiene la mayoría. Y en esa batalla por el centro Ibarra tiene poco que decir, aunque sacar de la resignación a la militancia, devolverla dosis de coraje, movilizarla es importante, muy importante, por eso han pensado en él. Pero Ibarra no es sólo un discurso brioso y esencial, también es un discurso europeo consistente. No en vano ha sido un gran impulsor del Comité de las Regiones y su miembro más veterano, tras el presidente de Madeira. También ha sido vicepresidente de dicho Comité (1996-1998) y fue despedido de ese órgano de la Unión Europea con un sentido y dignísimo homenaje. No obstante, estos méritos indiscutibles también tienen su contrapunto: Guillermo Fernández Vara es, ahora, vicepresidente del Comité de las Regiones. Éstas no son la “Vidas paralelas” de Plutarco, a Guillermo se le debe dejar el camino expedito para que lleve el timón, sin abjurar de su pasado, pero sin estar permanentemente mirando hacia atrás, navegando por rutas trazadas. Para finalizar, una demostración palpable, no siempre reconocida, del europeísmo de Ibarra: ahí está su patronazgo fundacional de la Academia Europea de Yuste. Hay que tener capacidad, prestigio, y credibilidad para que personajes como Saramago, Gorbachov, Jacques Delors o Helmut Kohl (foto de este pos) acepten agradecidos un reconocimiento de la citada Academia. Vamos, que Ibarra, en Europa, sabe por dónde y con quién se anda.
En política, es difícil conjugar la historia con los tiempos nuevos en el marco de una coyuntura.

Simon Gostogarai