LA CRISIS Y EL VERANO

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ESTE AÑO, DE VACACIONES EN EL PUEBLO

Este puede ser una continuación del post que escribió el amigo Rubén tras Semana Santa, que lo tituló “LA CRISIS Y LA SEMANA SANTA”.

Los datos comparativos con respecto a otros años de movimiento, preferencias, reservas hoteleras, restaurantes, tipo de turismo, ... nos la dan puntualmente los medios de comunicación. Lógicamente, los datos son peores que en años anteriores, como consecuencia de la crisis que padecemos.

A mí, me gustaría compartir con vosotros cómo las estamos viviendo en mi pueblo. Os sitúo: pueblo de la Campiña Sur, de poco mas de 700 habitantes, pero que en sus mejores tiempos pasó de los 3.000, hasta que la emigración provocó este descenso en la población (la mayoría emigraron al País Vasco).

Siempre en estas fechas veraniegas, la población ha aumentado considerablemente con la visita de aquellos que se tuvieron que marchar. Pero lo de este año, creo que bate récord. Ya en julio se veía mucho movimiento, sobre todo eran los abuelos con sus nietos. Pero ha sido llegar agosto, y el pueblo está a rebosar, porque a los abuelos y a los niños, se han unido los padres, que normalmente pasaban sus vacaciones en la playa. Pero este año de crisis, toca turismo rural en casa de un familiar.

Estamos como invadidos. Las calles llenas de coches, que lo de aparcar al lado de casa, es un lujo que este mes de agosto no nos lo podemos permitir. Incluso para meter o sacar el coche en la cochera, es todo una odisea. Primero tenemos que identificar de quién es el coche que nos han planta justo en la puerta y luego buscar al dueño, que a las siete de la mañana para ir a trabajar, no os cuento la gracia que hace.

La semana pasada, se celebró la semana cultural de agosto, que culmina en la fiesta del emigrante. Consiste, básicamente, en una semana de exposiciones y festivales diversos en la Casa de la Cultura y dos días de baile en la plaza del pueblo. Es una especie de homenaje, que año tras año, el pueblo les hace a aquellos que tuvieron que marchar y retornan por estas fechas. La lógica, nos diría que son días en los que la convivencia debería desarrollarse en armonía, por tener cerca a los familiares que no podemos ver durante todo el año y ellos por venir a pasar unos días. Pero desgraciadamente, algunos (que no la mayoría) se empeñan en que esto no sea así. Me explico. ¿Qué sentido tiene que “cuatro niñatos” nos restrieguen por la cara la inguriña? ¿Qué sentido tiene que cuatro niñatos se dediquen a bordear a los niñatos del pueblo? ¿Qué sentido tiene que te rayen el coche de tal manera, que haya que llevarlo al taller para arreglarlo? ¿Qué sentido tiene que te aporreen la puerta de tu casa de madrugada? ¿Qué sentido tiene que te miren por encima del hombro, como diciendo, pobre paleto, todo el año en el pueblo? ¿Qué sentido tiene que constantemente estén comparando el pueblo con las ciudades donde viven? ... Pues algunos de los que vienen, es a lo que se dedican, a provocar, que es algo que nunca he entendido, pero que ha sido siempre así.

Pero a pesar de estos cuatro, en el pueblo estamos contentos de haber colgado el cartel de “COMPLETO”. Que aunque nos hayan sacado de nuestra tranquilidad y nos tengan un poco incómodos, también nuestros negocios se benefician de esta afluencia veraniega. Este año de crisis ha tocado así, a hacer turismo rural familiar (vamos, de vacaciones en casa del pariente del pueblo).

Cantamora.