¿VISITA O PROVOCACIÓN?

Durante dos días menos españoles de los deseados por el clero español han visto y vivido la teatral liturgia del catolicismo.

Benedicto XVI, que sin dudas es una persona culta donde las hayas, además de ejercer de “máximo representante de Dios en la tierra”, es el máximo representante –y responsable- de un país o Estado llamado Vaticano. Pues bien, cualquiera de esas razones tienen la suficiente solidez como para entender que sus palabras e incluso sus gestos estén pensados y requetepensados. No hace falta ser un experto para saber que eso es lo lógico –y lo normal- en cualquier visitante de alta responsabilidad. Pues bien, conocido lo anterior es difícil “tragarse” que las desafortunadas palabras que “el sagrado personaje” dijo durante su aéreo viaje desde Roma a Santiago de Compostela, refiriéndose a la nación en la cual estaría como visitante, fueran una casualidad.

Por mucho que el jesuita Federico Lombardi haya tratado de quitarle importancia y acabar con la incuestionable falta de delicadeza e incluso el cinismo de tan famoso y controvertido personaje, no lo ha conseguido. Benedicto XVI se tendría que haber metido la lengua allá donde la espalda pierde su honroso nombre.

En pleno siglo XXI, en un Estado Laico como es España; en una nación de la que está recibiendo una cantidad de euros los suficientemente grande como para que la crisis económica que el país está padeciendo fuera, como mínimo, meno dura, no se debe decir, bajo ningún concepto, que “el vivaz enfrentamiento entre fe y modernidad en España le recordaba al "anticlericalismo y secularismo fuerte y agresivo de la década de los años treinta; durante la II República y la Guerra Civil ". No, Federico Lombardi, no. Eso de que en las intenciones del Papa hay que excluir la polémica, y que el Pontífice sólo comentó el secularismo en Europa y en España, y que recordó algunos momentos de la historia, no se lo cree ni Dios, si es que existe. En cambio, cuando afirma que “a lo largo de los siglos España ha sido un país "originario" de la fe y "exportador" de la misma, pero que de la misma manera "también es verdad que en España ha nacido una laicidad", si es correcto. Por esa razón el Papa manifestó que para el futuro es "necesario que no haya un enfrentamiento, sino un encuentro entre fe y laicidad"… para así guardar las formas ante todos los países de habla hispana ante los cuales España continúe apareciendo como “la reserva espiritual de Europa” y, de paso, tratar de que la disminución de católicos practicantes que a pasos agigantados se está produciendo en España pueda ser “combatida” por los restos de esos caducos miembros de “la reserva espiritual”. Por que supongo, que Benedicto XVI no querrá provocar una nueva guerra civil entre españoles; ni tan siquiera que se recordara el “santo” papel que en la misma hizo la religión católica y que, continuó haciendo en la posguerra; ni la pederastia, ni… los otros muchos “ni” de los cuales el catolicismo debe sentirse avergonzado. Pero claro, para eso habría que tener vergüenza.

PANTA

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