27 de marzo de 2011

LOS POLÍTICOS, NO EL SISTEMA


En proporción de dos a uno (56% frente a 27%) predominan los españoles que piensan que la responsabilidad por la mala situación política del país corresponde a los actuales líderes políticos, y no a la forma en que está organizada la democracia en España: en otras palabras, son los políticos y no el sistema quienes no están a la altura de las circunstancias. Hace algo más de dos decenios, dos ilustres politólogos (Lipset y Schneider) señalaron la importancia que tiene para la preservación de la legitimidad social de las instituciones públicas en tiempos de crisis que la ciudadanía atribuya la mala situación política a la inadecuada gestión del sistema político por quienes lo pilotan y no a defectos estructurales del sistema mismo. O lo que es igual: la línea roja que no debe ser traspasada es que la sociedad llegue a pensar que la situación no es remediable ni con un liderazgo político alternativo. Y lo que los datos indican es que, por ahora, nuestra sociedad se halla lejos de esa preocupante línea roja, si bien con un matiz que añade un importante plus de complejidad a la solución que supone la alternancia de líderes: lo que la ciudadanía española realmente anhela en el momento actual (según, por cierto, ha venido reflejando durante más de un año el Barómetro de Clima Social que mensualmente publica este periódico) no es tanto el relevo del actual Gobierno por la actual oposición, sino, más bien, el relevo de ambos por otro tipo de estilo de gobernar y de controlar al Gobierno. En este sentido, cabe recordar que la por ahora previsible victoria electoral del PP no obedece tanto a que los votantes de este partido muestren mayor entusiasmo por su líder que el que los votantes socialistas sienten por el suyo como a la mucha mayor fidelidad de los primeros, que les predispone a anteponer la lealtad incondicional a sus siglas a cualquier otra consideración. Los españoles no abominan de la política, sino del modo, generalmente ramplón, mediocre y mezquino en que suelen conducirse la mayoría de los políticos -de estos políticos.

El descrédito de la clase política va asociado a la incluso aún más negativa imagen social de los partidos. Los españoles no dudan que sin partidos políticos no hay democracia y por ello en modo alguno cuestionan la necesidad y utilidad de estos. Lo que masivamente rechazan es su actual modo de organizarse y funcionar: nueve de cada diez ciudadanos (89%) creen que nuestros actuales partidos piensan más en lo que les beneficia e interesa, y ocho de cada diez (79%) creen que tal y como ahora funcionan y se organizan es muy difícil que los partidos logren atraer y reclutar para la actividad política a las personas más competentes y preparadas.

JOSÉ JUAN TOHARIA Y JOSÉ PABLO FERRÁNDIZ 27/03/2011

1 comentario:

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