ELECCCIONES VASCAS

Esta vez cojo mi pluma y me dispongo a escribir un análisis de las elecciones en Euskadi, y me planteo si debo ser un analista más; o por el contrario debo hacer otro tipo de análisis. Aunque me encantaría hacer una análisis político, os emplazo a vosotros hacerlo; yo me quedaré con un análisis “sentimental”.

Llegué a Bilbao, con mi compañero Juanra, la noche antes de las elecciones, tomamos algunos vinos y disfrutamos de los maravillosos pinchos de esta bella ciudad, los días en Euskadi prometían ser maravillosos. Por la mañana siguiente en la cafetería del hotel todos los compañeros nos las prometíamos felices, augurando una victoria de Patxi ese día, vamos igual que en cualquier otra tierra. Montamos en el autobús que nos llevaba a los pueblos donde la PSE nos había asignado para hacer la labor de apoderados, hecho que sirve para darse cuenta de que no todo es normal en ese lugar. Al llegar a Guernica mi compañero extremeño, una compañera catalana y un madrileño y yo (se que parece un chiste), vimos a un señor de unos 55 años parado en una gasolinera, a primera vista no apreciamos nada, pero siendo más observadores pudimos adivinar que dos sombras revoloteaban a su alrededor, sigilosas, casi inapreciables, entonces empezamos a sentir que estábamos allí.

A lo largo del día varias personas paseábamos entre las mesas electorales, como cualquier día de elecciones, haciendo nuestras funciones, con una diferencia, el sentimiento extremo de miedo que te produce ver en las mesas sentados a los interventores de "Democracia 3 millones", partido ilegalizado, y que la policia ni se inmuta; ver como te llaman español con desprecio, que no te hablan en tu idioma, pero lo peor es ver el desprecio a tu forma de pensar, sentir que sus miradas te penetran; lo cierto es que, se percibe odio en el ambiente.

Podría pasarme días hablando de las calamidades que pasan nuestros compañeros en esos lugares de Euskadi, pero lo que mas me marcó, fue una frase que me dijo el hijo de un ex concejal del PSE, “ para nosotros esto es normal, además hoy la cosa está tranquila”. En su cara aprecie un sentimiento de resignación de impotencia, como no había visto nunca, estremecedor.

La tarde fue pasando hasta llegar la hora del escrutinio, recogimos nuestras actas y fuimos a un bar, mi compañero Juanra seguía desde su teléfono móvil los resultados electorales, pues no había lugar ha seguirlos de otra manera, pues en ningún establecimiento estaban siguiéndose por televisión, que a mi me pareció un poco raro, pero cuando se me ocurrió preguntar, las tele no funcionaba. Con el 75% escrutado todo parecía indicar que las fuerzas constitucionalistas superaban a las nacionalistas, y hay fue en ese momento donde aprecié, en un hombre que lleva 12 años con aquellas sombras detrás, una pequeña sonrisa.

Solo esa sonrisa, provocada por el cambio en Euskadi muere el miedo que todos los compañeros pasamos, porque al final nosotros regresamos y ellos se quedan. Espero que si Patxi es lehendakari todo esto se termine y creo que él con su sonrisa también lo espera.

RU