RADIOGRAFÍAS DE UN PRESIDENTE lV

Guillermo es amistoso, conciliador, afable, animoso, trabajador, escucha y resulta un tanto entrañable. Nada nuevo porque lo anterior ya estaba dicho. Lo que no está dicho es que su vulnerabilidad reside en una suerte de contrapunto a sus virtudes. Haz y envés. Hace al caso resaltar lo incómodo que se siente Guillermo en ambientes fríos, con los afectos bajo cero. Los tonos críticos irrespetuosos le disgustan tanto que los elimina de su Blog, reiterando el motivo de tal proceder. Su inseguridad crece de forma exponencial ante interlocutores desconcertantes y ejemplo de esto último podríamos encontrarlo si rememorásemos sus relaciones con Federico Suárez, un malabarista del gesto. Claro que, en la actualidad, espantados los demonios interiores, sólo del exterior debe temer, por el momento.
¿La oposición? ¡Ah la oposición! El PP extremeño es tan necio que todavía no ha racionalizado que su elefante blanco era Alberto Oliart y su tiempo electoral el declive de Felipe González. Ibarra, un maestro, neutralizó esa posibilidad, conjuró ese peligro nombrando a Alberto Oliart presidente del Consejo Social de la Universidad, sin regatearle otros reconocimientos, a la par que ahondaba la brecha entre este gran extremeño y un PP pedestre, con vocación perdedora. No sabemos acá cómo lo hará el bombero, si estará torero o qué. De momento parece un poco más levantisco, pero se enrola como gregario en el pelotón de Guillermo para hacer la travesía de Carlos V y eso es mortal y rosa, por situarnos en el umbral. Monago debe andar con tiento, porque el tono desabrido de Martín Tamayo o Díez Solís le pueden buscar la ruina política. Esto es como las siete y media: ni pasarse ni quedarse. Porque Guillermo es un artista del victimismo. ¿Qué he hecho yo para merecer esto? Que en la calle se traduce en: “Qué cosas le dicen a ese hombre, que parece tan bueno..”, como dice mi vecina, la señora Damiana, que es de misa diaria y de derechas de toda la vida. El tono, Monago, el tono. Frialdad educada, crítica medida, reproches atemperados y pocos pactos, los imprescindibles. En la Asamblea mucha cortesía y mucha frialdad, que busque calor entre los suyos, porque tendrían que explotar esa necesidad psicológica de Guillermo por caer bien a cuantos le rodean. “Es usted muy trabajador, pone mucho empeño, pero Extremadura le viene grande”. O “defienda (solo) la OCM del tabaco, los tabaqueros saben que tienen nuestro apoyo, por eso le exigiremos resultados” Y por ahí. Aunque el PP extremeño es tributario de su historia y avanza empujado, también, por sus inercias. Siguen Díaz Solís, l@s folklóric@s, Lau León pone lo mejor de sí en un confortable sillón en la Mesa y un coche oficial, la escuela flamenca de Celdrán Matute algún poso habrá dejado y en lo orgánico andan juntos pero revueltos. Así cualquiera, hasta con una financiación autonómica desagradable (para Extremadura) se puede mantener el tipo, sin despeinarse.
O sea, que tenemos Guillermo para rato, salvo que ZP se lo lleve de ministro, que por ahí anda nuestro paisano enseñando la manita con vacunas, trasvases y conferencias de Presidentes.
Simon Gostogarai