LA COMUNICACION EN INTERNET

En estos días se han estado publicando un sin fin de encuestas que hablaban de los hábitos de nuestra sociedad y para mi sorpresa me encontraba con afirmaciones como ésta: “Casi 7 de cada 10 adultos con conexión a la Red afirmaron que Internet les ha mejorado sus relaciones afectivas”. Y esa cifra no sorprende: las personas que tienen amigos on line cuentan con una media de, aproximadamente, 41 amigos en Internet, un 49% tiene un perfil en una web de red social, y el 24% comparte a veces algún secreto en la Red. De hecho, Internet se ha convertido en un vehículo tan esencial para las comunicaciones y los contactos personales que cerca de 6 de cada 10 adultos con conexión a la Red indicaron que no podrían vivir sin este medio.

Pero es esto así realmente, ¿es ése es el origen?, ¿Es la incapacidad de comunicación por la deshumanización del medio natural o es simplemente la necesidad de estar permanentemente comunicado y conectado a la misma sociedad?

Sea el motivo que sea o incluso si son ambos, lo cierto es que todas nuestras interrelaciones, ya sea con conocidos o desconocidos, se dan gracias al conocimiento que tenemos o conozcamos en ese momento de la persona con la que nos comunicamos. En las formas que conocíamos hasta ahora de relación, ya sea el cara a cara, la redacción de una carta o la conversación telefónica, hay todo un amplio conjunto de señales variables para mostrar nuestra identidad; así, tenemos nuestra manera de vestir, nuestra voz, el cuerpo, los gestos y las señales relacionados con nuestro estatus, poder o pertenencia grupal. A partir de estos marcadores y del curso que toma la comunicación se va formando la identidad o se transforma la ya establecida por nosotros y por nuestro interlocutor.
Si embargo estas nuevas formas, implican la destrucción de la mayoría de las señales y las huellas que forman parte de las formas de interacción tradicionales.

La falta de marcadores es al mismo tiempo una limitación y una fuente de recursos, y hace que ciertas interacciones sean algo más complicadas pero también ofrece la posibilidad de jugar con la propia identidad o con nuestro estado.

Algunos plantean, entre otras cosas, que el desconocimiento de la forma la falta física más que un problema en la interacción es un acierto, ya que los individuos pueden ser juzgados más por los méritos de sus ideas que por su género, clase social o edad.

Otros afirman que los estatus jerárquicos y las desigualdades se reproducen en la interacción en línea exactamente igual que el plano real frente al virtual, e incluso pueden magnificarse.

También hay quien dice que en esta interacción se crea un yo paralelo al real, que aparece en las relaciones con la tecnología, que irá actuando poco a poco en detrimento de nuestro yo real y que quizás en un futuro próximo será la identidad que nos definirá como seres humanos, aunque esto es poco probable a mi modo de ver.

Este tipo de yo paralelo que se genera no es una copia o reproducción de ninguna persona original o real; es una entidad con un valor propio, con un potencial por sí mismo; algo nuevo y genuino que hay que tratar y analizar como tal. Desde luego, dadas las características esta identidad es múltiple, flexible y descentrada; se construye y reconstruye continuamente.

Muy distinto de lo que sucede con nuestras identidades reales, este yo deja de depender del cuerpo. Estamos hablando de un tipo de yo sin cuerpos que abren una nueva dimensión en nuestras relaciones. En las interacciones tradicionales, el cuerpo proporciona una definición de la identidad que para muchos es la convincente y fiable.

La norma es: un cuerpo, una identidad. Aunque el yo pueda ser complejo y variable a lo largo del tiempo y de las circunstancias, para casi todos el cuerpo proporciona un punto de referencia estabilizador.

En el caso de la comunidad virtual no es así por completo esto. El yo pasa a ser algo compuesto por un conocimiento más que por materia o fachada, como queramos llamarlo.

Muchos y muchas personas en las comunidades virtuales crean personas totalmente ficticias con el único fin de ser quienes no pueden ser en su vida real o simplemente juegan a ser dios poniéndose en cualquier cuerpo o persona que deseen, pueden ser de otro sexo, país, de otra condición social…lo que quieran ser…la comunidad te lo permite como si de un genio de la lámpara se tratase.

El nuevo yo creado en la Red afecta al yo real. Ciertas limitaciones insalvables, después de ciertas experimentaciones virtuales, se vuelven alcanzables para el individuo.