LA RELIGIÓN EN LA ESCUELA PÚBLICA

Si hay algo que la mayoría de los españoles –los que intentamos pensar desde la serenidad que produce la repudia al extremismo, sea este del tipo y color que sea- tenemos muy claro, es que la enseñanza de cualquiera de las religiones reconocidas como tal y que se impartan con cargo a los fondos públicos, SIEMPRE será un problema.

Obviar o discutir la supremacía del catolicismo sobre otras religiones en el Estado español es algo tan absurdo como negar la evidencia de que el Sol existe. Pero es igualmente absurdo que un Estado que en su Constitución, en el artículo 16.3 dice: “Ninguna confesión tendrá carácter estatal”, pague las nóminas de los profesores de religión católica que, para más INRI, son elegidos por los mismos dirigentes de la Iglesia Católica.

El profesor Diez de Velasco dice en un extenso y documentado artículo sobre el tema, que la enseñanza de religión (confesional) con cargo a fondos públicos en la escuela, junto con la financiación estatal, a confesiones religiosas específicas son parámetros muy significativos para caracterizar el modelo de sociedad en la que se detectan. En ambos casos se refleja la opción por parte de las autoridades encargadas de gestionar los fondos públicos de dedicar parte de los mismos a financiar actividades con las que pueden no estar de acuerdo algunos de los que los aportan (por la vía de impuesto).

¿Quiere esto decir que mientras que a la religión católica se le abonan todos los gastos para que esta haga proselitismo entre los menores que acuden a las escuelas públicas a otras religiones, menos conocidas o con menos poder dentro del mundo económico se les discrimina de una u otra forma? Este es uno de los muchos puntos oscuros que en estos momentos existe en la relación Iglesia Católica- Estado Español.

Por otra parte, yo que soy católico, veo mal que el estado Español haga frente al acuerdo que la voluntad política de quienes estuvieran en el poder firmaron con la Santa Sede. Habida cuenta que los representantes de la Iglesia Católica saben que mentados acuerdos se encuentran dentro de un marco de lo más inestable y que, por tanto, en cualquier momento pueden ser revisados, modificados e incluso excluidos al finalizar el tiempo de duración estipulado. Ampararía dicha determinación La Constitución Española en muchos de sus artículos (por cierto hay uno de ellos que apenas se menciona y que, bajo mi punto de vista, es de vital importancia: El artículo 10 del Título I, que habla de los derechos y deberes Fundamentales, en su punto 1 dice: La dignidad de la persona, los derechos inviolables que le son inherentes, EL LIBRE DESARROLLO DE LA PERSONALIDAD, etc.) Díganme Uds., a fuer de honrados y dejando a parte cualquier tendencia política, si en una escuela, sea esta pública o privada, de primera y segunda enseñanza, un menor puede desarrollar su personalidad libremente cuando hay alguien que le está incrustando en su incipiente personalidad las ventajas que conlleva convertirse en miembro de cualquier religión. Sea esta del tipo que sea, y se llame como se llame. Es palmario que SE ESTÁ VULNERANDO UN DERECHO FUNDAMENTAL.

Por otra parte, el Catedrático de Derecho Eclesiástico del Estado en la Universidad Complutense de Madrid, Dr. D. Dionisio Llamazares, quien fue, además, director general de Asuntos Religiosos entre los años 1991-1993 y que es persona conocedora de la evolución de la libertad religiosa y de todo el proceso de laicidad que se ha producido en España desde los años 80 del siglo pasado hasta nuestros días, afirma que el contenido de los Acuerdos suscrito en los años 1976 y 1979 entre España y el Vaticano se firmaron en el clima de la transición que, entre otras cosas, pretendió superar la histórica cuestión religiosa, evitando roces que pudieran resucitar los rescoldos (de la guerra civil) (la cursiva es mía)” y continúa el Dr. Llamazares: Eso explica que durante muchos años se considerara tabú la discusión abierta de sus contenidos o lanzar sobre ellos, en voz alta, la sospecha de inconstitucionalidad

Considero que el Vaticano sabe que en cualquier momento esto puede cambiar y, por esa razón, tengo la impresión de que gran parte de las cabezas pensantes de la Iglesia Católica no pueden estar de acuerdo con determinadas manifestaciones que alguno de sus miembros hacen y que son más propias de ser utilizadas en países cuyo régimen de gobierno sea la dictadura y no en un Estado Democrático como es España y que, además, la religión Católica - a pesar de que el número de asistentes a los actos religiosos hayan dado un bajón espectacular- la mayoría de los españoles nos consideramos católicos.

Y lo más importante: No se puede creer que la internacionalidad de un determinado acuerdo equipara al mismo a la leyes Orgánicas. La Constitución encomienda (a éstas), de forma exclusiva y excluyente, la competencia para desarrollar los derechos fundamentales. Por tanto, cualquier norma que invada ese campo y que esté en desacuerdo con ellas será, sin ninguna duda, INCONSTITUCIONAL, por muy internacional que pueda ser la norma o el acuerdo.

Los tiempos han cambiado y no se debe mezclar la legalidad con el anticlericalismo

JRD